El rendimiento productivo de una vaca de leche viene determinado por un buen arranque. Los terneros recién nacidos entran en contacto con diversos agentes patógenos del entorno al nacer y, puesto que durante la gestación no es posible la transferencia de inmunoglobulinas, tienen un sistema inmunitario muy vulnerable. Es por esto que los terneros son muy susceptibles a enfermedades gastrointestinales y respiratorias en el periparto y hasta que desarrollan un sistema inmunitario funcional. Para prevenir las enfermedades, los terneros deben adquirir rápidamente defensas inmunitarias específicas por medio del calostro. Aunque la importancia de un manejo adecuado del calostro es bien conocida, hasta un 20% de los terneros no alcanzan una concentración suficiente de inmunoglobulina G (IgG) en sangre (Shivley et al., 2018). Por lo tanto, sigue siendo crucial mejorar las prácticas de manejo en la granja para una buena inmunización pasiva.

El calostro es la primera secreción de leche de la madre para nutrir y proteger al ternero. Contiene muchos componentes bioactivos que desempeñan un papel importante en la regulación de la temperatura corporal en las primeras horas de vida. Proporciona nutrientes y factores de crecimiento para la maduración intestinal y el desarrollo de órganos, y -debido a la presencia de inmunoglobulinas, enzimas, glóbulos blancos y citoquinas- favorece la defensa inmunitaria contra agentes patógenos.

La tríada para una buena inmunización

Los factores clave para que los terneros estén más sanos y crezcan mejor son una ingesta abundante de calostro con una concentración adecuada de IgG que se absorba adecuadamente (Figura 1). Sin embargo, existe una gran variabilidad en la concentración y volumen de IgG entre vacas, lo que conduce a resultados inconsistentes en la inmunización pasiva.

Figura 1: La «tríada Triple A» contiene los factores necesarios para la inmunización óptima de un ternero recién nacido.

Ingesta abundante

La cantidad de calostro viene determinada por la transferencia de macronutrientes y agua de la sangre al tejido mamario. En general, la producción de calostro es mayor en las vacas multíparas (de 4,0 a 7,7 kg) que en las primíparas (de 2,5 a 7,6 kg) (Westhoff et al., 2023). En la práctica, el ternero suele separarse de la madre inmediatamente después del parto. Esto presenta una oportunidad para asegurar que el suministro de calostro es óptimo en volumen y calidad (Tabla 2). La recomendación general es suministrar al menos el 10% del peso corporal del calostro en la primera toma (Godden, 2008).

Concentración adecuada de IgG

Las inmunoglobulinas se transfieren a la glándula mamaria en las semanas previas al parto, lo que hace del periodo seco una ventana interesante para intervenciones que puedan aumentar la concentración de IgG. Con ese objetivo, se han investigado estrategias alimentarias para mejorar la calidad del calostro. En un estudio de campo, 87 vacas lecheras fueron suplementadas con 40 g/h/d de ácidos grasos de cadena media (AGCM) de Aromabiotic® Cattle durante al menos 3 semanas antes del parto. Cuando se midió la calidad del primer calostro mediante inmunodifusión radial y un refractómetro, se observaron valores más altos en comparación con las vacas control negativas (Figura 2).

Figura 2: Concentración media de IgG y Valor Brix% en el primer calostro de vacas lecheras suplementadas con Aromabiotic® Cattle frente al control.

Otros factores que influyen en la concentración de IgG en el calostro son el intervalo de tiempo entre el parto y el primer ordeño y la producción de la lactación anterior. La máxima calidad del calostro se obtiene normalmente hasta 12 horas después del parto y disminuye después. Además, se ha demostrado que las vacas con mejores producciones en la lactación anterior tienen una mayor concentración de IgG (Kessler et al., 2020).

Absorción adecuada

El periodo durante el cual el intestino del ternero puede absorber inmunoglobulinas se limita a las primeras 24 horas de vida, con una disminución sustancial después de 6 horas. Por lo tanto, para una absorción óptima del calostro, el ternero debe ingerirlo en las 2 primeras horas de vida.  Además, dado que la presencia de bacterias puede provocar competencia en el epitelio intestinal, para una adecuada absorción de IgG son necesarias unas buenas prácticas de ordeño del calostro que eviten su contaminación (Steward et al., 2005; Johnson et al., 2007).

Si se alcanza la tríada, la concentración de IgG en el suero sanguíneo -medida entre los días 1 y 3- debe ser de 10 g/L. Por debajo de este umbral indica que la transferencia de inmunidad pasiva no ha sido la deseada.

Cuadro 1: Objetivo de la transferencia de inmunidad pasiva

CategoríaIgG en suero% BrixObjetivo (% terneros)
Excelente≥25.0≥9.4>40
Bueno18.0 to 24.98.9 to 9.330
Regular10.0 to 17.98.1 to 8.820
Deficiente<10<8.110
Fuente: Trotz-Williams et al., 2008; Renaud et al., 2020; Crannell and Abuelo, 2023

Evaluación de la calidad de calostro en la explotación y determinación del volumen

Un refractómetro es la herramienta más común para evaluar la calidad del calostro en la granja en una escala de %Brix. Se considera un método indirecto porque no mide la IgG sino que se aproxima al contenido total de sólidos. En el calostro, las proteínas totales -incluidas las IgG- representan el contenido más elevado. Por consiguiente, existe una correlación positiva entre el %Brix y la concentración de IgG.

Conocer la calidad del calostro ayudará a determinar cuánto volumen de calostro debe administrarse a la ternera. El valor Brix deseado es >23%, lo que equivale a aproximadamente 68 g IgG/L de calostro. En las primeras 2 horas, se recomienda dar 250 g de IgG, lo que significa que la ternera debe ingerir 3,7 L de calostro* (250/68 = 3,7 L). En caso de que el calostro sea de una calidad inferior o superior al 23% Brix, la cantidad de calostro suministrada a la ternera deberá ajustarse en consecuencia (Tabla 2). El enriquecimiento mediante la adición de sustituto de calostro al calostro materno es una alternativa cuando el volumen de calostro es insuficiente.

Existen diferentes aspectos sobre los que actuar para reducir el número de errores en la transferencia de IgG. Prácticas adecuadas de manejo en  granja basadas en la «Triada Triple A» de ingesta abundante, concentración adecuada de IgG y absorción apropiada del calostro, así como intervenciones nutricionales durante el período seco. El éxito de la inmunización pasiva se verá recompensado con un status sanitario favorable, un mejor crecimiento y una mayor supervivencia de la futura reposición del rebaño lechero.

Tabla 2: Evaluación de la calidad del calostro en  granja

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Mariana Bustos
Ruminant Researcher